miércoles, 7 de diciembre de 2016

Había una vez unos Reyes Magos que no traían regalos sino valores…

“Me lo pido” y “me lo pido” y “esto también me lo pido”. Se piden todo lo que ven. Lo que es bonito. Lo que brilla. Lo que hace ruido. Lo que tienen los demás. Lo que les permitirá ser la envidia de sus amigos. Lo que creen que les hará ser y sentirse diferentes. Se piden lo que ven en la tele o en los catálogos. Lo que aparece estratégicamente colocado a su altura en las estanterías de los almacenes. Generalmente se piden todo en ocasiones normales pero en Navidad ya hay “barra libre”.

Cada año decimos lo mismo: este año regalaremos con más criterio”, “el año pasado tuvo demasiadas cosas”, “no hizo caso de la mitad de los regalos”, “le duraron dos días y los abandonó”…
Antes de empezar la fuerte presión de la campaña de ventas de Navidad, queremos recordaros que vuestros hijos no necesitan tantas sorpresas, ni tantas cosas, ni tantas novedades… Necesitan una persona que les haga reflexionar sobre la diferencia entre capricho y necesidad, que les diga con claridad supina que las cosas no se dejan de comprar porque sean caras sino porque no se necesitan o que antes de satisfacer nuestros caprichos deberíamos plantearnos si los demás tienen sus necesidades básicas cubiertas.

En el siglo XXI, con el caos social, económico y político que existe cerca y lejos de “nuestra casa” deberíamos disfrutar de la Navidad, por supuesto, con todos los extras que eso conlleva, pero sin olvidar que nuestros hijos viven en este mundo globalizado, donde no es coherente vivir a ciegas de cómo viven los demás. No se trata tampoco de amargarles las Navidades ni hacerles sufrir. Tan solo de abrirles un abanico de posibilidades a la hora de hacer la carta a los Reyes Magos en las que incluyan no solo un regalo simbólico para un niño menos afortunado que él sino una acción que tenga trascendencia cognitiva y emocional en él. Y para los demás.

Dos proyectos para pensar en “grande” en Navidad


  1. Te proponemos regalar a tu hijo un apadrinamiento. Es una forma de ayudar a un niño sin recursos económicos, en otra ciudad o país del mundo. Este apadrinamiento le permite, no solo comer cada día, recibir una educación y tener un futuro, para él y su familia. Para el niño apadrinado saber que existe al otro lado del mundo una persona que se preocupa por él es “media vida” pues su pobreza no es solo económica sino familiar y social también. Nosotros apadrinamos con Nuevos Pasos desde hace más de 15 años y por eso te recomendamos sin ninguna duda este proyecto.
  2. Otro proyecto interesante es ”Reyes Magos de verdad”, una página web montada por 7 amigas en su inicio que lanzaron un día un email a sus contactos para conseguir regalos a un centro de niños sin familia y que ahora llega a 5.000 niños y 800 ancianos.

Solidaridad e inteligencia


Si sabemos mirar y ver los detalles, si enseñamos a nuestros hijos a interpretar los indicios podemos encontrar gran cantidad de proyectos de ayuda cerca de nuestra casa. A veces, con los abuelos. Con nuestros amigos. Con la persona que ayuda en casa. Con un hermano. Con un vecino o con el dueño de la pequeña frutería de la esquina.
Ver lo invisible e interpretarlo nos hace a todos, no solo más humanos, sino también más inteligentes.

Elena Roger Gamir
Pedagoga – Solohijos



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