Nada más tomar las uvas, en los primeros minutos del Año Nuevo, el teléfono empezó a sonar. Padres, hermanos, primos y amigos llamaban sin parar para felicitarnos el Año Nuevo y desearnos suerte para los próximos doce meses. Cuando el teléfono nos dio un respiro y volvimos de nuevo a la mesa, mi hijo pequeño me preguntó: ¿puedo llamar a Miguel? Hoy es su cumpleaños.
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