Ambas frutas son muy conocidas por su aporte en vitamina C, que favorece a la cicatrización y refuerza el sistema inmunológico. Además, su consumo previene de enfermedades cardiovasculares, la inflamación y algunos tipos de cáncer.
También, contienen calcio, magnesio, beta caroteno, ácido fólico, fósforo, potasio, cobre, zinc, ácidos málico, oxálico, tartárico y cítrico.
Como cualquier otra fruta, contiene fructosa, azúcar de fácil asimilación para el organismo, que mejora la tolerancia a la glucosa y resulta beneficiosa para los diabéticos.
Por su parte, el ácido cítrico es depurativo y analgésico, facilita la digestión de los alimentos, alivia el dolor de estómago, elimina residuos del organismo y estimula las funciones del páncreas y del hígado.
Además, los cítricos alcalinizan la sangre, fortalecen los vasos sanguíneos y el sistema nervioso, aumentan la vitalidad celular y alivian los trastornos intestinales tales como el estreñimiento, hemorroides o divertículos.
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