Hace tiempo, las recomendaciones en alimentación de los bebés dictaba hacerlo cada 3 horas, pero con el tiempo, se dieron cuenta que lo mejor es satisfacer las necesidades de alimento cada que el bebé lo pida.
Antes se creía que no se podía ofrecer alimento a un bebé si todavía tiene comida en el estómago, es decir, que no se les puede dar leche si aún no ha acabado la digestión por un supuesto riesgo de empacho. Esta falsa creencia proviene de la necesidad de controlar las tomas en los bebés muy prematuros, que no son capaces de digerir la leche que se les da por sonda, pero en los bebés nacidos a término esto no ocurre.
Si un bebé, a los 10 minutos de haber lactado, vuelve a pedir pecho, puede haberse quedado con hambre, puede que haya comido poquito y que no quisiera más. Además, la leche materna, al contrario que la artificial, se digiere más fácilmente y permanece en el estómago menos tiempo.
Los únicos que saben realmente cuánto necesitan y cuánta hambre tienen son los bebés, esta es la razón por la que debe ser a demanda. De hecho muchas mamás han fracasado en la lactancia precisamente por esperar y esperar a las tres horas, pensar que el bebé llora por otra cosa, y al final dar biberón para suplementar una lactancia que podría haber funcionado de haber sido a demanda.
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