Se ha demostrado, en diversos estudios, que el contacto físico de los padres tiene un gran poder en el desarrollo físico y emocional de los bebés. Ellos necesitan el amor incondicional de sus padres a cada momento, desde que nacen y el cariño no sólo es importante en los primeros meses o años, sino para toda la vida.
El secreto radica en la magia de la oxitocina, la llamada hormona del amor, la cual ayuda a crear vínculos y es la que nos brinda el bienestar y sentirnos felices. Un recién nacido necesita el contacto físico constantemente para alimentarse, para calmarse y para sentirse seguro, protegido y querido todo el tiempo y cuando crecen, aunque son más independientes, aún siguen necesitándolo.
El estrés o la ausencia del cariño o la figura paterna o materna puede causar graves problemas emocionales en los niños, tanto a corto como a largo plazo. Un niño que sufre gritos, castigos, malos tratos crecerá con miedo, resentimiento, rabia y mucho rencor. Cuando un niño se siente mal, actúa mal y además, la segregación de oxitocina quedará bloqueada y aparecerán altos niveles de cortisol, adrenalina y otras hormonas que causan gran estrés y malestar en los niños e incluso en la edad adulta. Cuando los niños generan demasiadas hormonas de estrés se sentirá poco seguros y poco queridos, con las terribles consecuencias que estos sentimientos tienen para su desarrollo físico y emocional. En cambio, si el niño siente amor y afecto, su cerebro se llenará de hormonas de amor y felicidad, que le harán sentir querido, tranquilo, seguro y en protección.
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