martes, 10 de enero de 2017

Huyó al no sentirse valorada por su esposo y ¡ésta fue la increíble respuesta de él!

Muchas mujeres creen que su pareja no valora el gran trabajo que hacemos en casa y con la crianza y cuidado de los pequeños por lo que esta mujer decidió ¡escapar y dejar a su esposo a cargo de sus hijos!

 

Aunque no se sabe si es real este caso, corre por las redes una carta de un hombre cuya mujer se fue de casa, cansada de sus exigencias, dejándolo solo con los niños y ¡ésta fue su respuesta!

 

Mi amor:

Hace dos días tuvimos una fuerte discusión. Yo había llegado cansado de los problemas del trabajo. Eran las 20:00 de la noche y lo único que quería era sentarme en el sillón a ver el partido.

 

Al verte te encontré agotada y de malas. Los niños estaban peleando y el bebé lloraba mientras tú lo tratabas de dormir. Yo sólo subí el volumen de la tele.

– No estaría mal que me ayudaras un poco y que te involucraras más en la crianza de tus hijos - me dijiste con enfadada mientras bajabas el volumen de la tele.

Yo molesto te contesté que “yo me pasaba todo el día trabajando para que tú pudieras quedarte a jugar en casa a las muñecas”.

La discusión se hizo larga. Tú llorabas de impotencia y de cansancio. Yo dije cosas crueles. Me gritaste que ya no podías más. Te fuiste de casa llorando y me dejaste solo con los niños.

Yo tuve que darles de cenar a los niños y acostarlos. Al día siguiente no habías vuelto, tuve que pedir el día libre a mi jefe y quedarme a cuidar a los niños.

Viví los berrinches y los llantos.

Viví el estar corriendo sin parar y no tener un momento ni para bañarse.

Viví el tener que preparar la leche, vestir a un niño y limpiar la cocina al mismo tiempo.

Viví el estar encerrado todo el día sin hablar con nadie mayor de diez años.

Viví el no poder comer tranquilo, sentado en una mesa y a mi tiempo por estar persiguiendo a un niño.

Viví el estar tan agotado física y mentalmente que sólo deseaba dormir 20 horas seguidas pero tener que despertarme a las tres horas de haberme dormido porque el bebé estaba llorando.

Viví dos días y dos noches en tus zapatos y te puedo decir que ahora lo entiendo.

Entiendo tu cansancio.

Entiendo que ser mamá es una renuncia constante.

Entiendo que es más agotador que 10 horas entre tiburones empresariales y decisiones económicas.

Entiendo la tristeza de que renunciaras a tu profesión y a tu libertad económica por no perderte el estar presente en la crianza de tus hijos.

Entiendo la incertidumbre que sientes de que tu economía ya no depende de ti, sino de tu pareja.

Entiendo los sacrificios de no tener tiempo de salir con tus amigos, hacer ejercicio o dormir toda la noche completa.

Entiendo lo difícil que puede llegar a ser sentirse encerrado cuidando niños y sintiendo que te pierdes lo que ocurre afuera.

Hasta entiendo el enfado de que mi madre critique tu forma de educar a nuestros hijos porque nadie va a saber qué es lo mejor para sus hijos que su propia madre.

Entiendo que al ser mamá llevas la carga más pesada de la sociedad. La que nadie reconoce, ni valora, ni remunera.

Te escribo esta carta no sólo para que vuelvas porque te extraño, sino porque no quiero que pase otro día más sin que te diga antes de acabar el día:

“Eres muy valiente, lo estás haciendo muy bien y te admiro”.

 






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