Todos los papás viven preocupados por brindarles lo mejor a sus pequeños, pero muchas veces caemos en excesos. Los antropólogos y psicólogos lo llaman “papás helicóptero”, los cuales no sólo están supervisando cada movimiento de los niños sino que interfieren en sus decisiones constantemente. Son papás que repiten cinco veces “lávate los dientes” o los que les dan recompensa por ayudar en casa o hacer sus deberes. Se quejan de las maestras, del entrenador de futbol y forman el equipo de mamás y papás del colegio.
Somos esa generación de papás que nos sentimos culpables por no estar al 100 con nuestros hijos. Papás acumuladores, que llenan los hogares de cosas para los pequeños.
Estas acciones están creando los niños más mimados e inútiles que han existido en la historia desde que la nobleza francesa pre revolucionaria se extinguió. Tenemos pequeños que no saben abrocharse los zapatos, adolescentes que no saben cocinar ni tender sus camas. Niños que piden las cosas como si estuviéramos para servirlos y que no toleran la más mínima frustración.
Lo que los psicólogos recomiendan es aprender a ser “menos padres”, menos observantes, menos dadivosos, menos permisivos. Aprender a romper esas rutinas negativas que les hacen más fácil todo, desde el simple hecho de quitarle las orillas al pan bimbo hasta los deberes escolares.
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