El término “alimentos funcionales” surgió en Japón y se refiere a los alimentos que contienen componentes biológicamente activos que ofrecen beneficios para la salud y reducen el riesgo de sufrir enfermedades.
Entre ellos destacan los que contienen minerales, vitaminas, ácidos grasos o fibra y a los que se les ha añadido sustancias activas como los fitoquímicos, antioxidantes y probióticos que tienen microorganismos vivos benéficos para el organismo.
Los beneficios
Disminuyen los problemas de intolerancia a la lactosa.
Reducen el riesgo de presentar infecciones gastrointestinales y diarrea.
Ayudan a los problemas de estreñimiento.
Aportan vitaminas y ácidos grasos por la fermentación de la fibra.
Mantienen la salud del colon, estómago y sistema inmune.
Dónde encontrarlos…
Si no sabes dónde acudir o qué tipo de alimentos comprar, te ayudamos con una lista que debes tener siempre en tu cocina.
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Yogur: es un alimento de origen animal que contiene calcio y mantiene el sistema digestivo saludable.
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Leches enriquecidas: tienen ácido graso omega 3, ácido oleico y fólico, con lo que la concentración se mejora y contribuye al desarrollar los huesos.
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Cereal: se fortifica con fibra y minerales, por lo que ayuda a reducir niveles bajos de hierro y además facilita el proceso digestivo.
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Huevo: son fortificados con ácido omega 3 y no debe faltar en la dieta habitual de los peques, a partir de los 10 meses de edad.
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Arándano: es alimento rico en fibra que ayuda el niño a tener una correcta digestión y es una gran fuente de antioxidantes que los protegen contra infecciosos, bacterias y virus de todo tipo.
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Aceite de oliva: es una fuente de ácidos grasos, que ayuda a los pequeños a un crecimiento más sano y fuerte.
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Aguacate: contiene vitaminas B6 y E, ácido fólico, potasio y fibra y es necesario para un cerebro sano y el desarrollo del sistema nervioso de los bebés.
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