Desde que te enteras que viene un bebé en camino, internamente tu cerebro comienza un proceso que te va preparando para ser mamá. Y no sólo se trata del momento del parto, sino para esa responsabilidad que tendrás para el resto de tu vida. Y es que un recién nacido le da un nuevo significado a la identidad femenina.
Este proceso interno no sólo tiene que ver con las habilidades para cambiar pañales, alimentar o bañar al bebé, es algo mucho más íntimo y profundo, en donde tu imagen como mujer se ve envuelta en un nuevo significado: el ser mamá.
Según especialistas en atención temprana del desarrollo, el punto de partida es dejar de ser hija, para convertirte en madre. Afortunadamente, tienes nueve meses para empezar a ocuparte de ese pequeño que está en tu vientre. Y al nacer, la primera etapa de relación entre la mamá y el peque es de completo enamoramiento. Te das cuenta, sin querer, que ser dejas de lado otras cosas, incluso pensar primero en ti (como antes) y de pronto estás más conectada con él que contigo misma. ¡Se convierte en tu prioridad!
¡Aunque siempre hay sus excepciones a la regla! También existen casos en que no logran conectarse con su bebé ni en el parto, ni en el nacimiento, lo cual ocurre por diversas causas como: un exhausto trabajo de parto, una cesárea de último momento, una situación en la que hubo riesgo de vida o un embarazo complicado. Pero en la mayoría de los casos, nace una fuerza interna en la mujer para soportar las contracciones o el pararse con un gran dolor de cesárea para alimentarlo.
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