En las generaciones pasadas, los hombres tenían una participación mínima en el cuidado de los hijos, ya qyue ¡ese era un tema exclusivo de la mujer! Afortunadamente, ese rol ha cambiado y ahora los padres colaboran mucho más en las tareas del hogar y en la crianza de los pequeños. A pesar de ello, sigue existiendo un control total por parte de la madre, siendo ella la que toma las decisiones absolutamente de todo y los padres, aceptan ese determinismo maternal de forma natural.
Las mamás, en su gran mayoría, ¡tienen la última palabra! La mayoría de los hombres, sino es que casi todos, no pueden decidir sobre la ropa que el bebé usará, qué debe comer, las horas de siesta y menos ¡qué medicamento darle y las dosis adecuadas! Parece como si se diera por sentado que el hombre no es muy capaz para hacerlo, hecho que se convierte en una broma recurrente entre parejas.
En todas las sociedades, las madres son perfectas, los padres ¡hacen lo que pueden!, lo que es realmente una fórmula muy injusta, cuando existen muchos casos que al verse sin la figura materna, hacen un increíble papel. Tal vez lo único que falta es darle un poco más de credibilidad al hombre y confiar en que puede hacerlo igual (o incluso mejor) que cualquier mujer. Y no se trata de sólo dejarlo cambiar los pañales, sino que el trabajo para educar y cuidar a los hijos sea realmente equitativo.
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