El embarazo es todo un cambio en nuestras vidas, y esto incluye a nuestro cuerpo. Cuando esperamos a un bebé, éste se alimenta de nosotras, por lo que llegamos a bajar nuestro nivel de nutrientes, especialmente si no nos alimentamos bien.
Después del parto sentimos que parte de nuestra juventud se ha ido y más todavía porque seguimos alimentando al bebé de nuestro cuerpo. La realidad es que nuestro organismo no envejece, sino que se adapta a este importante cambio: tenemos un nuevo perfil hormonal que se refleja en nuestra apariencia; es decir, un cambio de mecanismo en nuestras funciones fisiológicas.
No existe evidencia científica que pruebe un envejecimiento acelerado en mujeres con hijos. Prueba de ello es la esperanza de vida, que es la misma en mujeres con hijos y sin hijos.
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Sin embargo, para las mamás es más difícil volver al peso o talla de antes, ya que las secuelas del parto están directamente relacionadas con el aumento de abdomen y la pérdida de elasticidad en los órganos pélvicos. También los senos se verán caídos debido a la lactancia.
Es importante señalar que el embarazo es una etapa natural y nuestro cuerpo está diseñado para sobrellevarlo, pero también podemos contribuir para lograr una apariencia más juvenil y saludable: todo es cuestión de alimentarse adecuadamente y hacer ejercicio de manera habitual.
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