Antes de tener a mi hijo ya hacía deporte. Jugaba al padel e iba regularmente al gimnasio, incluso durante casi todo el embarazo estuve practicando natación. Sin embargo, después de dar a luz me sentí débil, decaída y floja. La fuerza de la gravedad había hecho estragos en mi anatomía y me sentí condenada a cargar con esos kilos de más que no sabía cómo quitarme de encima.
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