La respiración por la nariz es muy importante para un bebé desde su nacimiento. No obstante, podría presentar dificultades para respirar por sus fosas nasales y acostumbrarse a respirar sólo por la boca.
Las dificultades que tiene un bebé para respirar por su nariz pueden ser muy variadas: falta de lactancia materna, abuso del uso del chupón, de los biberones o por chuparse el dedo; o también por la presencia de una alergia o incluso por tener el tabique desviado.
Las consecuencias de respirar por la boca son graves para la formación del bebé, pues puede afectar la función de los músculos faciales, haciéndolos flácidos. Además, si continúa por mucho tiempo respirando por la boca, podría perder fuerza para masticar alimentos sólidos; es decir, respirar por la boca altera la forma de masticar, tragar y chupar, pues produce cambios drásticos en el arco dental maxilar y el paladar, lo que se traduce como una malformación dental.
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Este problema puede traer consigo otras complicaciones en la fisonomía de los niños: el rostro se vuelve alargado y de apariencia triste; incluso afecta la postura del cuerpo, como los hombros caídos hacia delante, problemas de espalda y rodillas hacia dentro.
Dormir con la boca abierta también podría traer distintas enfermedades, como amigdalitis, otitis, resfríos y sinusitis. Posteriormente también es propenso a sufrir más dolores de cabeza y ronquidos.
En niños más grandes también es importante corregir la respiración por la boca, pues podría afectar gravemente su desempeño escolar y social.
Si notas que tu bebé duerme con la boca abierta, no dudes en consultarlo con su pediatra para determinar por qué ocurre y cuál es el tratamiento indicado para él.
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