La noticia de ser mamá es la más feliz que puede hacer en nuestra vida, pero también es una decisión muy difícil, especialmente cuando sabemos que este camino nos tocará enfrentarlo solas.
Sin duda, el amor es el que nos motiva contra todas las dificultades: entre el trabajo y los quehaceres del hogar, todavía podemos exprimirle el tiempo al reloj para darle a nuestros pequeños hermosos momentos para llenarles el corazón de alegría.
Si se trata de una hermosa pequeñita, jugamos a la princesa y nos convertimos mágicamente en un príncipe azul y tomamos el té con ella; si es niño, sólo las mamás tenemos el poder de transformarnos en Lionel Messi, David Beckham o el jugador que esté de moda, para ir a la cancha más cercana y hacerlo sentir un campeón.
Un día, llega la pregunta que tanto temíamos, y para la cual nunca hemos tenido la mejor respuesta. Muchas veces hemos oído explicaciones como “papá está de viaje y algún día volverá”, o “tu papá trabaja tanto que casi no lo vemos”, esperando muy en el fondo que lo olviden, aunque sabemos que eso no ocurrirá. Muchas veces, la mejor respuesta es un abrazo.
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Ser mamá y papá al mismo tiempo es tener fuerza de voluntad para enfrentar el “qué dirán” de nuestros vecinos, incluso de nuestra familia. Transcurrido tiempo descubrimos que esos pensamientos sólo sirven para estorbarnos, porque frente a nosotros hay mejores motivos.
Al final, cada sacrificio nuestro tendrá una recompensa mil veces mejor que todo aquello que quedará atrás. Las mamás-papás somos capaces de hacer eso: multiplicar nuestros esfuerzos en grandes satisfacciones.
Esto es para ti, mamá. Una mujer a la que tampoco le dio miedo ser papá.
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