Cada vez me sorprende más cómo son capaces los bebés, incluso los más pequeños, de absorber, captar, y de imitar los sonidos y mucho de los movimientos que ocurren a su alrededor. Hay bebés que imitan los ladridos de los perros, los que hablan por los codos desde la más temprana edad, y también los que antes mismo de dar sus primeros pasitos, logran bailar aunque tenga que sujetarse a algún mueble. ¡A sus padres les cae la baba! Y no es para menos...
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