Reconocer que tiene la culpa o que se siente arrepentido y necesita ser perdonado, es uno de los aprendizajes más difíciles tanto para quien enseña como para quien lo aprende. No se trata sólo de enseñar a los niños a pedir y a decir "perdón", sino que además, tengamos que enseñarles a sentir. Es una tarea difícil pero no imposible. Entre otras cosas, el pedir perdón enseña a los niños a reconocer sus errores, sus "meteduras de pata", y a ponerse en el lugar de la otra persona.
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