A nadie le gusta el acné. Al contrario: es considerado como uno de los problemas de piel más frecuentes desde la niñez hasta en la edad adulta. Sin embargo, un estudio científico ha concluído que el acné puede retrasar el envejecimiento facial y la senectud.
Las células de las personas que han sufrido de acné están más protegidas frente al envejecimiento, debido a que la longitud de los telómeros de las células de la piel de mujeres que padecen acné, son más largos que los de aquellas que jamás sufrieron este problema.
Esto significa que la piel es más resistente contra las arrugas y, por tanto, a envejecer de manera temprana.
Simone Ribero, doctora del King´s College of London, es la encargada de liderar esta investigación: “durante muchos años los dermatólogos habían reparado en que la piel de las personas que sufren acné parecía envejecer más lentamente que la que aquellas que no lo habían experimentado en su vida”.
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Los investigadores destacaron una ruta genética denominada p53, la cual es responsable de regular la muerte celular programada. Si los telómeros son demasiado cortos, puede iniciarse una cadena de eventos que conduzca a una especie de “suicidio celular” (o sea un mayor desgaste de células). La ruta p53 es menos activa entre personas con acné, por lo que existe un menor desgaste celular.
Así que, para las que sufrimos acné, hay una muy buena razón para no odiarlo tanto.
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