Los niños, por naturaleza, son inquietos, ruidosos y muy alegres. Y es nuestro papel como padres el que ellos sigan siendo eso, siendo niños felices. Pero entre los compromisos en casa o en la escuela, nos enfrentamos a descalificaciones que podrían afectar gravemente su confianza en ellos mismos y en sentirse valorados.
Muchas veces, no usamos las palabras adecuadas para “llamar la atención”, para un niño es muy importante que lo hagamos. Por ejemplo, no es lo mismo decirle: “no me gusta que repruebes” a “eres un tonto” o “no me gusta que te ensucies” a “eres un cochino”. Cuando los descalificamos y les damos etiquetas negativas, dudan si son valiosos.
Los niños basan su autoestima e imagen de sí mismos en la aprobación de los adultos. Nos miran para saber si hicieron bien o mal y nuestras reacciones fortalecen o debilitan su autoestima.
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