A la hora de criar a nuestros hijos, los padres ponemos toda nuestra buena voluntad para hacer las cosas de la mejor manera posible. Nos esforzamos para que estén bien alimentados, para que tengan todo lo que nosotros no hemos tenido, para que crezcan con los valores que consideramos más educativos y les empujamos para que sean competitivos y fuertes, sin darnos cuenta que en esa vorágine de buenos propósitos algo se nos escapa. Esta es mi confesión del peor error que he cometido con mi hijo.
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