Las dietas muy bajas en grasa ya pasaron a la historia, ya que hoy sabemos que nuestro cuerpo necesita de ciertas grasas, llamadas esenciales, que no puede producir y que requiere obtener de la dieta diariamente para funcionar.
Estas grasas o mejor llamados ácidos grasos son los monoinsaturados y poliinsaturados y cuando se ingieren en mayor proporción que las grasas saturadas y las grasas trans, brindan beneficios a la salud muy claros y reconocidos en todo el mundo.
Entre los beneficios documentados están los efectos antiinflamatorios, antioxidantes, antihipertensivos, antitrombóticos, gran capacidad para disminuir los triglicéridos, favorecer la visión y del cerebro, la regulación de la función inmune y su capacidad de mejorar condiciones inflamatorias como la artritis, entre otros.
También se ha comprobado que las dietas deficientes en grasas incrementan el riesgo de múltiples enfermedades, especialmente cerebrales y mentales. Por eso es importante comer alimentos ricos en este tipo de grasas como nueces, semillas, cacahuates, aceites vegetales, aguacate, chía y pescado, así como productos hechos con ellos como crema de avellana, almendra o cacahuate y margarinas.
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