viernes, 29 de septiembre de 2017

Método japonés que ayuda a superar el estrés postraumático

Después de los sismos y desastre naturales en los que México se visto amenazado en su tranquilidad, se ha oído hablar mucho de un tema: el estrés postraumático, un trastorno que se presenta desde edades tempranas a causa de experiencias fuertes y que sacan de equilibrio la salud mental de las personas.

 

En Japón, se le ha dado una gran importancia al estrés postraumático a partir del terremoto de 1995 en Kobe y a partir de ese fuerte terremoto, que dejó más de 6 mil muertos, se desarrolló el método “kokoro no kea”, que viene de la palabra japonesa “kokoro”, que significa corazón, y del término “kea”, que es la niponización del término anglosajón “care” (cuidado) y se refiere al cuidado del corazón. En un sentido más amplio del término, se refiere al cuidado del alma y de la salud mental, algo importantísimo en los hechos posteriores a una situación de desastre.

 

El “kokoro no kea” incluye formas de ayuda psicológica que van desde el apoyo social, la consejería escolar, el cuidado de la salud mental, las terapias del trauma y el tratamiento médico del trauma. Con este modelo, en las situaciones de emergencias y desastres las personas enfrentan tres tipos de estrés psicológico: el estrés del trauma, el estrés de la pérdida y el estrés de la vida cotidiana.

 

El modelo kokoro no kea recomienda para cuidar el corazón:

1. Generar ritos y ceremonias que permitan despedirse de lo perdido. Esto es algo muy importante para aprender a desprendernos, a despedirnos de esa anterior vida que ya no vamos a tener dadas las nuevas circunstancias.

2. Una vez que tenemos consciencia de la pérdida podemos buscar compañía y hablar, compartir los sentimientos y pensamientos con otros, escuchar y ayudar a nuestros compañeros, permitirnos sentirnos mal o deprimidos.

3. Realizar ejercicios físicos suaves alternados con relajación como el tai chi.

4. Estructurar el tiempo y mantenernos ocupados.

5. No evadir el dolor y el sufrimiento con el uso de drogas o alcohol.

6. Tratar de mantener un itinerario lo más normal posible.

7. Seguir haciendo las cosas que nos hagan sentir bien, útiles y solidarios.

8. Tomar pequeñas decisiones cotidianas, tener pequeñas metas cotidianas, día con día, y no perder esa brújula.

9. Descansar lo suficiente y no autoflagelarse.

10. Intentar dentro de lo posible comer bien y regularmente.

11. Saber que los sueños y pensamientos recurrentes acerca de estos eventos traumáticos son normales y deben ser compartidos.

 

Las recomendaciones para los rescatistas es:

1. Si quieren ayudar, escuchen detenidamente a los afectados, promuevan la ayuda y la solidaridad.

2. Fortalezcan vínculos entre familiares y amigos.

3. Estimulen a la gente a participar en las tareas de la vida cotidiana.

4. Hay que comprender y aceptar el enojo de los afectados.

5. NO es bueno decirle a la gente que le pudo haber ido peor. Las personas traumatizadas no encuentran consuelo alguno en estas frases. En lugar de eso es mejor decir –y realmente hacerlo– que lamentamos lo sucedido y los entendemos.

6. Promover la realización de ritos y ceremonias de despedida según las costumbres y la idiosincrasia de la población afectada. Por ejemplo, las ceremonias simbólicas de entierro de los desaparecidos o hacer memoriales de desaparecidos.

 

Y para proteger la salud mental:

1. Organizar un plan de apoyo mutuo.

2. Colaborar con las instituciones locales, manifestándoles las necesidades reales.

3. Detectar a las personas que pueden estar manifestando síntomas de enfermedades físicas o mentales e informar a los equipos de salud.

4. Reforzar la propia responsabilidad y la confianza en la recuperación.

5. Participar en grupos de autocuidado.

6. Obtener información sólo de fuentes oficiales y no difundir rumores de fuentes no oficiales.

 

Después del sismo, la reparación del daño físico, social y económico es un proceso que se debe planificar a corto, mediano y largo plazo, garantizando un nivel de desarrollo igual o superior al existente antes del desastre. No se puede regresar a una normalidad sino a un mejoramiento y no se puede aceptar regresar a una situación peor a como se estaba antes del sismo.

 






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