lunes, 3 de abril de 2017

5 claves para elegir el calzado infantil

Son bonitos, divertidos, de colores llamativos, llenos de flores o con dibujos de sus personajes preferidos... y, cuando se convierten en sus favoritos, los niños no se los quieren quitar.
Lo ideal sería que los niños pudieran caminar descalzos. Como es imposible, el calzado infantil brindan la protección y seguridad necesaria y evita que los pequeños se hagan daño. Descubre cómo deben ser y qué errores no debes cometer cuando compres un par de zapatos a tu hijo.

 

¿Cómo deben ser los zapatos de niño?

 

1. Elige los de piel y tela para favorecer la transpiración del pie del niño.
2. Asegúrate de que la suela sea ligera, flexible y antiderrapante. Así evitarás las caídas.
3. El calzado debe tener poco tacón para facilitar el juego de la articulación.
4. La planta del zapato tiene que ser ancha y de forma redonda o cuadrada. No compres zapatos acabados en punta, ya que puedan oprimir el empeine.
5. Deben tener una sujeción bastante firme en el empeine con cordones, hebillas o velcro.
6. Intenta que el calzado sea de su medida para que cuando el pequeño esté jugando no se le salga con facilidad.

 

¡Evítalo!

 

1. Elegirlos demasiado grandes. A veces compramos zapatos de un número mayor del que necesita el niño para que le duren más tiempo. Al pequeño le resulta muy difícil caminar con un zapato que le baila en el pie o que se le sale constantemente: le obliga a adoptar posturas que a la larga son perjudiciales y puede provocarle caídas.

 

2. Ponerle botas para que le sujeten el tobillo. Si el calzado no permite la libre movilidad del tobillo, está perjudicando su desarrollo. Las botitas deben utilizarse solo para proteger del frío y la humedad.

 

3. Abusar del calzado deportivo. Conviene que los niños lo usen con moderación porque la mayoría están fabricadas de plástico, lo que favorece la sudoración excesiva, que puede provocar irritaciones en los pies e incluso hongos.

 

4. Heredar. Es muy frecuente que los pequeños hereden zapatos de sus hermanos mayores o de otros niños de la familia.  Sin embargo, es una práctica poco recomendable, ya que los pies son siempre anatómicamente diferentes y cada chiquitín tiene una forma distinta y particular de caminar. Unos zapatos usados siempre llevan la huella de su anterior dueño, pueden estar deformados o viciados, y es probable que al caminar le rocen o no le resulten cómodos. Por eso, salvo que estén completamente nuevos, es mejor no usarlos.



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