El pediatra Gonzalo Pin comenta que “los padres de un niño sano pierden entre 400 y 700 horas de sueño. También pierden el ritmo, lo que indefectiblemente altera la capacidad para controlar sus impulsos. Y su irritabilidad y humor general se altera”.
Eduard Estivill comenta que “el sueño polifásico de la mujer embarazada (dormir a trocitos) se convierte en sueño trifásico (con despertares cada tres horas), y esto tiene unas consecuencias terribles porque conlleva alteraciones físicas (hormonales, por ejemplo) y psíquicas (dificultad de concentración, pérdida de memoria, depresión...)». El consejo de este doctor es que las mujeres durante el día «no aprovechen para hacer recados, sino que traten de dormir los mismos periodos de tiempo que duerme el niño para mitigar de esa forma la falta de sueño», propone Estivill. «Que acepten la ayuda de la abuela, la suegra, la vecina o sus hermanas. Y por supuesto, de los maridos. Hay que turnarse con la pareja”.
Dormir, comenta Estivill, “es de las cosas más importantes que podemos hacer para seguir viviendo. Tanto es así, que se muere antes una persona de sueño que de no come”.
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