lunes, 24 de abril de 2017

El increíble caso del bebé gestado fuera del útero

Veronika es una pequeña niña que nació en la semana 41 de embarazo en Rusia, pesó 4,1 kilos y midió 56 centímetros. Pero Veronika es especial porque se desarrolló fuera del útero, en un embarazo ectópico que hizo que creciera en el abdomen de la madre, razón por la que los médicos han considerado este caso como un milagro, un caso casi único, que se da en uno de cada 625 millones de embarazos.

 

La madre de la bebé, de 31 años, comentó que durante la gestación no se realizó controles médicos, posiblemente por razones religiosas: "Mi marido y yo consideramos que no era necesario ir al médico. Esa es nuestra forma de pensar. No quería que me exploraran o me hicieran tomar pastillas. Decidimos que llamaríamos a los médicos cuando comenzaran las contracciones. Sentía que el bebé se movía y yo estaba segura de que era normal. Es mi primer embarazo y yo estaba segura de que debería ser así". Por ello, los médicos no conocieron su caso hasta el día antes del alumbramiento, un parto casi único en el mundo.  Así que cuando la mujer llegó al Centro Prenatal regional de Altai, los especialistas le realizaron una exploración y quedaron conmocionados al comprobar que el bebé no estaba en el vientre, sino más arriba, en el abdomen.

 

El cirujano Vladimir Borovkov, médico jefe adjunto del centro hospitalario explicó que "lo más probable es que el bebé fuera concebido de forma natural. Pero el huevo se implantó en un lugar atípico. El bebé estuvo creciendo fuera del útero. No hay más de una docena de casos como este en el mundo. El embarazo abdominal ocurre y no es tan raro, pero el caso en que el niño sobrevive a término es casi único".

 

Sin embargo, al final se dio cuenta de que algo podía ir mal: "Cuando llegó el momento y no había contracciones, decidí asegurarme. Después de la exploración, me enviaron de urgencia al quirófano. Doy las gracias a los médicos por haber traído a mi hija y haberla puesto fuera de peligro. El parto fue muy delicado. y la única opción era practicar una cesárea. “Las pruebas y los síntomas eran preocupantes”, dijo Marat Zhazhiev, otro de los médicos “no podíamos saber si la operación había estado bien hasta que la niña comenzó a llorar. En ese momento, no había nada más importante que este grito".

 






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