Comencemos por lo positivo. Tener a tu bebé entre tus brazos por primera vez es uno de los momentos más maravillosos que puede vivir un padre y una madre. Sentirle, mirarle, olerle, acariciarle... Es una experiencia única que hace que el tiempo se detenga y todo lo que ha ocurrido antes: las contracciones, los nervios o el dolor se olvidé como por arte de magia.
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