lunes, 16 de mayo de 2016

Claves para no ser una familia disfuncional

En todas las familias, sin excepción, existen las crisis. En muchos casos los problemas son temporales y se superan poco a poco, pero en ocasiones las dificultades en una familia pueden volverse crónicas y más graves. Si ninguno de los miembros está interesado en encontrar una solución, significa que hay disfuncionalidad en el hogar.

 

En las familias disfuncionales los padres son incapaces de cubrir las necesidades de sus hijos, tanto que los niños se convierten en protectores y proveedores del hogar, incluso en edades muy tempranas. Además, los padres le dan mayor importancia a sus necesidades físicas, mentales y emocionales que a las de sus hijos.

 

Los padres son de carácter asfixiante, ya que no permiten que sus hijos o su pareja tomen la iniciativa para mejorar las cosas. Sienten temor de perder el control del hogar, se tornan obsesivos y temerosos. También suelen poner a los hijos como “árbitro” de sus discusiones.

 

En muchas de las familias disfuncionales, uno o varios miembros tienen una adicción, por lo que es fácil que el ambiente del hogar se torne violento, inseguro e intolerante. Este problema atrae a muchos otros, desde insultos hasta violencia sexual.

 

Es importante identificar los signos de las familias disfuncionales para evitar que los problemas entre los miembros se hagan más grandes. La comunicación y la convivencia son factores importantes para que la familia funcione adecuadamente. Para ello, te damos los siguientes consejos:

 

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Dedíquense tiempo: pueden tomar actividades juntos como familia, tanto en el hogar como fuera de él. Hagan juntos las labores domésticas, practiquen algún deporte y elijan un día especial para convivir.

 

Coman juntos: procuren organizar sus horarios para comer juntos y platicar temas que no sean problemas.

 

Cómo discutir sus problemas: jamás lo hagan frente a sus hijos. Es preferible que salgan a dar una vuelta a un parque o mientras sus hijos están ausentes. Nunca los involucren en sus discusiones ni los hagan sentir parte del problema.

 

Celebren logros de todos los miembros: por pequeño que sea, todo triunfo merece ser reconocido. No minoricen ni entren en comparaciones.

 

Enfrenten unidos las crisis: todos somos diferentes y en ocasiones, una muerte, enfermedad u otras cuestiones afectan más a unos que a otros. La familia necesita ser muy comprensiva y tolerante, darse apoyo y aprender a escuchar sin recriminar.

 

No hagan “equipos”: si hay algún miembro más disfuncional que otro, no caigan en el error de tomar partido por él u otro. Hay que conservar una posición neutral y siempre buscar la conciliación. Tampoco hables mal de tu pareja con tus hijos.

 

Reconozcan los momentos importantes: así como para los padres es importante ir a alguna fiesta, para los niños es primordial el festival de la escuela. No subestimen los sentimientos y emociones de los demás.

 

Platiquen al finalizar el día: esto deben hacerlo especialmente los padres. ¿Hubo alguna indiferencia o malentendido? No se lo lleven a la cama. Platíquenlo con calma antes de dormir.

 

Una familia debe ser el lugar más seguro y feliz del mundo, y entre todos los miembros debemos construirlo. Necesitamos paciencia, comprensión y voluntad para resolver los problemas. Construyamos un hogar de verdadero amor para nuestros hijos.

 

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