Nos ha ocurrido a todos: después de tener un tiempo con pareja, miramos hacia atrás y nos damos cuenta de que hace algún tiempo no somos nosotros mismos; más bien, hemos cambiado en muchos aspectos.
Antes, teníamos otras costumbres, como salir solos, ir a ciertos lugares o frecuentar más amigos. Ahora, salimos con nuestra pareja, casi no vemos a nuestras amistades y compartimos con ella preferencias de lugares, ¡hasta nuestra forma de comer y de vestir ha cambiado!
Incluso nos damos cuenta de que no nos abunda el tiempo. Hay nuevos compromisos y otras actividades. Después de un tiempo de encanto junto a nuestra pareja, podemos llegar a preguntarnos qué pasó con nosotros, qué fue de todo lo que hacíamos y disfrutábamos en soledad o con otras personas.
Tener pareja implica más cambios de lo que parecía: debido a la felicidad que provoca el amor, empezamos a ceder parte de nuestro tiempo y espacio, siguen las costumbres, los gustos y dejamos atrás parte de lo que éramos. Lo cierto es que no tiene nada de malo pasar por este cambio, pues es una nueva etapa en nuestras vidas. Lo malo es caer en el agobio y culpar a nuestra pareja de que hemos hecho sacrificios por estar a su lado.
Algo que siempre debemos tener presente es que a pesar de tener pareja, no dejamos de ser nosotros mismos (por algo nuestra pareja se ha fijado en nosotros y sigue a nuestro lado). Pero como muchas cosas en la vida, lo que nos falta es un equilibrio que nos permita conservar nuestra esencia y disfrutar de la persona a la que amamos.
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Este equilibrio se conforma de dos factores: compartir y ser flexible. Muchas personas cometen el error de querer “amoldar” a su pareja conforme a sus gustos, horarios y actividades. Es cierto que siempre debe haber un interés en especial en lo que hace uno y otro, pero lo correcto es involucrarla, más no comprometerla con algo que no le atrae del todo.
En cuanto a la flexibilidad, tenemos el derecho de disfrutar cosas que no solíamos compartir con ella, siempre y cuando lleguemos a un acuerdo en que ambos se sientan cómodos. No volveremos al mismo ritmo de vida de antes, pero eso no nos impide hacer cosas que nos gustan, como ir al gimnasio, salir con nuestros amigos o escuchar cierto tipo de música.
Este acuerdo se logra con una comunicación sana y estable: hazle saber a tu pareja aquellos factores que son importantes en tu vida y pregúntale qué tanto le gustaría que te involucraras en sus actividades, y si le gusta tener tiempo sólo para ella.
Tener pareja y seguir con tu estilo de vida es posible, siempre y cuando haya respeto mutuo sobre sus preferencias y compartan experiencias en su día a día.
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