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Una vez que por fin nace el bebé, toda la atención se dirige al pequeño rey de la casa, motivo por el cuál muchos papás llegan a tener una mezcla de sentimientos que en ocasiones se sienten desplazado e incluso en algunos casos con un sentimiento de inutilidad.
Este tipo de crisis se deriva porque la mamá concentra su atención y energía en el bebé, sobre todo durante los primeros meses, lo que ocasiona celos en el progenitor debido a dichas atenciones.
Es entonces, cuando el padre, que se siente confundido o no sabe cómo actuar ante esta nueva experiencia, pone en marcha mecanismos de defensa, sin participar en la vida familiar y alejándose de su nuevo entorno.
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Pero, ¿de qué manera se puede enfrentar esta dificultad? Para evitar que estos sentimientos se produzca en él, es importante que el papá se involucre desde el principio en todo el proceso del embarazo de su pareja, convirtiéndose así en una preparación para la llegada de su bebé.
De esta forma, el futuro papá se informará y preparará para la llegada del bebé, de lo contrario, lo único que conseguirá es sentirse desplazado en sus cuidados y atenciones, y no disfrutará de su paternidad de forma íntegra.
Existen innumerables tareas que el papá puede realizar y que le ayudarán a vivir su paternidad de forma plena, como estar en contacto con el bebé el mayor tiempo posible, cantarle, bañarlo, darle el biberón, etc., pues la labor de un padre es vital para el bebé, así como es la mamá con recién el nacido.
La participación del papá es fundamental, pues es justo en esta etapa cuando su pareja más lo necesita y cuando tiene que empezar a relacionarse y crear un fuerte vínculo con el recién nacido. Así, el papá podrá disfrutar desde el momento del nacimiento del bebé, empezar a comunicarse y establecer una relación afectiva con él, cargándolo, abrazándolo y mostrándole cariño.
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