Ser padre es una gran responsabilidad y podemos poner un granito de arena para cambiar la realidad de muchas mujeres en todo el mundo. Y no importa si tenemos varones o mujeres, ambos deben ser educados para aceptar y respetar a los demás y sobre todo ¡prevenir la violencia!
Para orientarnos a ello, existe un proyecto llamado 'Escuela de Filósofos', elaborado por el Colegio Brains, en colaboración con Instituto de la Mujer en España, para educar en la igualdad de sexos, como forma de prevenir la violencia. Este proyecto está orientado a alumnos de distintas edades, desde los 5 hasta los 12 años. El proyecto sugiere un decálogo de prácticas sirven para educar a los más pequeños en la igualdad y evitar la violencia:
1. Observar y escuchar a los niños. Es importante conocer qué conceptos manejan sobre los géneros y qué actitudes tienen cuando se relacionan con sus iguales, para saber a qué nos enfrentamos y debemos reorientar.
2. Destruir los prejuicios entre ellos. Cuando afirman algo debemos hacerlos razonar sobre esta idea o prejuicio, de esta manera acabaremos destruyéndolo.
3. Pulir las ideas. Orientarlos, pueden ir formando ideas que debemos hacerles comprender, ya que generalizar, puede inducir al error.
4. Incluir tanto a los niños como a las niñas en las labores del hogar. Debemos asignarles responsabilidades o actividades cotidianas que antes eran consideradas "cosas de mujeres" o "cosas de hombres".
5. Compartir la información. Debemos platicar con ellos, saber qué es lo que escuchan fuera de casa y motivarlos a la autocrítica, expresar sus sentimientos y lo que piensan.
6. Ser valientes y comprender las propias limitaciones en cuanto a género. Somos educados en asignar un rol a cada sexo, eso puede desencadenar roles machistas. Debemos enseñarles a conocer nuestras diferencias, pero no como limitaciones.
7. Limitar el acceso a estímulos nocivos. Debemos mantenernos atentos a todo el contenido televisivo o mediático. Los momentos de tele, debemos compartirlos con ellos y responder todas sus dudas, incluyendo esas preguntas “incómodas” sobre sexualidad o relaciones entre hombres y mujeres.
8. Jugar todos los juegos. Los juegos tradicionales y sin roles definidos son las mejores formas de divertirse de forma incluyente y lo mejor ¡no pasan de moda!
9. Dar el ejemplo. Ellos nos observan todo el tiempo, repiten nuestras palabras e imitan nuestros comportamientos. Ven la forma en que nos relacionamos con ellos, si los tratamos igual que su hermano o hermana, cómo nos relacionamos con nuestra pareja, con nosotros mismos, con el entorno familiar y con la sociedad. Los patrones de comportamiento se heredan, y no es fácil desligarse de esta influencia familiar. Evitemos roles, tópicos, lugares comunes respecto al género, y dejemos que vayan creando sus propias opiniones desde el respeto y la empatía por lo diferente.
10. Saber que el camino del aprendizaje no se acaba. Debemos siempre estar, es la única forma de cambiar definitivamente las cosas.
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