El pequeño Noah Wall, de Inglaterra, nació sólo con el 2% de su cerebro, por lo que los médicos dijeron que probablemente no sobreviviría y que, de hacerlo, quedaría gravemente discapacitado físicamente y en su desarrollo.
Noah desarrolló, desde el vientre de mamá, una rara complicación de espina bífida por la que su cráneo se llenó de líquido, aplastando su cerebro hasta una “fina rodaja de tejido”. Los médicos recomendaron a sus padres, Shelly y Rob, que lo abortaran, pero ellos se negaron. Al nacer Noah, los médicos cerraron una herida abierta en su espalda e instalaron un shunt para drenar el fluido de su cerebro.
Pero aunque Shelly y Rob habían adquirido un pequeño ataúd para Noah, nunca perdieron la esperanza y lo llevaron a casa, donde la familia lo cuido intensivamente y de pronto, el cerebro de Noah empezó a crecer y cuando tenía 3 años, un escáner cerebral mostró que su cerebro “se había expandido hasta el 80% de un cerebro normal”. La familia siempre ha mantenido estimulado el cerebro de Noah para ayudar a su crecimiento neurológico, así que esto junto a lo extraordinario de este caso, ha permitido que ahora, el pequeño pueda hablar, contar, aprender a leer y escribir y hasta creen que muy pronto pueda caminar.
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