miércoles, 29 de marzo de 2017

¿Por qué les atraen tanto a los niños los alimentos dulces?

El azúcar está presente en muchas cosas cotidianas, en más o menos cantidad, pero es una constante en la vida de las personas. Se dice que desde que nacemos, como una cuestión evolutiva de los seres humanos, tenemos una preferencia natural hacia el sabor dulce.

 

Aunque actualmente se le ha dado cierta connotación negativa, esto puede cambiar conociendo más sobre el azúcar. Por ejemplo, existen diferentes tipos de azúcares simples como la azúcar de caña, de betabel, de maíz, de miel y el piloncillo que son grandes opciones para endulzar los alimentos para los pequeños.

 

Además, la forma en la que el azúcar llegó a formar parte de la dieta es muy interesante y responde a toda una serie de factores sociales, económicos, históricos, políticos, etc. El azúcar llega a Europa desde el Medio Oriente en el siglo XI y como es un producto muy escaso en Inglaterra y Francia, se le considera precioso y sólo para las clases altas. Aunque era usado en recetas de cocina, en el siglo XII se consideraba un producto medicinal para todo mal, ya que los alimentos dulces producen bienestar y se creía que curaban los dolores, pero con el tiempo esa idea se rechaza y se comienza a ver a los alimentos dulces como placeres de la  vida y en muchos casos, prohibidos, ya que su consumo en exceso puede ocasionar varios problemas en la salud relacionados con la obesidad.

 

Pero ¿por qué gustan tanto los sabores dulces y el organismo nos tienta a consumirlos? La respuesta está en el cerebro, donde una serie de sustancias químicas regulan la sensación de las ganas de algo dulce, así como el placer y bienestar que provocan. Estas tres sustancias son la dopamina, la serotonina y las betaendorfinas, las cuales nos hacen sentir tranquilos y felices. Y al ingerir azúcar se activan áreas del cerebro que están involucradas en la adicción a la nicotina y otras drogas, produciendo sustancias químicas relacionadas con la euforia y una menor capacidad de sentir el dolor.

 

La buena noticia es que sí pueden formar parte de nuestra dieta, sólo cuidar el exceso. La OMS recomienda no tomar más de 25 g al día, lo que equivaldría a una cucharada sopera, teniendo en cuenta que no sólo existe la azúcar de mesa, sino otros que van “camuflados” en alimentos.

 






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