lunes, 13 de marzo de 2017

Actividad física, una forma de evitar y tratar la depresión infantil

Diversos estudios han demostrado la capacidad que tiene el ejercicio para evitar la depresión entre adolescentes y adultos. Sin embargo, se desconocía si el efecto es el mismo en los menores de edad. Pero nuevo estudio realizado en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU) y de Investigación Social de la NTNU comprobó que los niños que realizan actividad de moderada a vigorosa son menos propensos a desarrollar síntomas de depresión.

 

Se estima que, en cualquier etapa, alrededor del 5 por ciento de los niños y adolescentes padece depresión. Los niños con problemas de aprendizaje, conducta, ansiedad o atención corren un mayor riesgo de deprimirse, al igual que los niños que están bajo estrés o que sufren alguna pérdida, o cuyas familias tienen antecedentes de depresión.

 

Los síntomas de depresión en niños no son necesariamente iguales a los de los adultos. Y los más comunes son: llanto frecuente, enojo u hostilidad, pérdida de interés en actividades que antes disfrutaban, pérdida de apetito o cambio en los hábitos alimenticios, problemas para relacionarse, falta de comunicación y aislamiento social.

 

El nuevo estudio forma parte de un proyecto llamado Tidlig Trygg i Trondheim que sigue el desarrollo y la salud mental de niños y analizaron datos obtenidos tras el seguimiento a niños durante un periodo de 4 años para poder encontrar vínculos entre actividad física y síntomas de depresión.

 

Los datos fueron tomados de casi 800 niños de 6 años de edad al inicio del estudio. De las examinaciones de seguimiento, el equipo también recabó datos de 700 de esos niños cuando cumplieron 8 y 10 años de edad. Las medidas de actividad física se obtuvieron mediante acelerómetros que los niños usaron alrededor de la cintura las 24 horas durante 7 días consecutivos, y que sólo se quitaban para bañarse. Por otro lado, las medidas de salud mental de los niños se evaluaron mediante entrevistas estructuradas realizadas en presencia de los padres y el equipo encontró que los niños físicamente activos de 6 y 8 años de edad eran menos propensos a presentar síntomas de depresión 2 años más tarde.

 

Aunque los investigadores creen que esto se debe a que el ser físicamente activo puede servir de distracción y disminuir los momentos para pensar en experiencias negativas, el deporte ofrece una oportunidad de mejorar la autoestima y los niños físicamente activos pueden tener mayor integración social que los niños inactivos que no participan en deportes ni en eventos con niños de su edad. También hay evidencias que sugieren que “jugar pesado” o “hacer payasadas” pueden contribuir al desarrollo emocional y social de los niños.

 






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