lunes, 10 de julio de 2017

Según estudios, 40% de los problemas de infertilidad están asociados al hombre

Se estima que un 15 % de la población mundial tiene problemas para concebir un hijo y como históricamente se achacaba a las mujeres que el problema de que el bebé tardara en llegar, se comenzaron a hacer muchas investigaciones sobre ellas. No obstante, ahora se sabe que en 4 de cada 10 casos, la infertilidad está asociada al hombre –exactamente los mismos que en los que se relaciona con la mujer–, por lo que los avances en la selección de espermatozoides son también de gran importancia para mejorar los resultados en los tratamientos de reproducción asistida.

 

El Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) presentó las conclusiones de tres estudios centrados en mejorar el diagnóstico y tratamiento de la infertilidad masculina. En una primera consulta para un tratamiento de reproducción asistida se realiza a los hombres un seminograma a partir de una muestra de esperma, “una prueba que deja sin analizar algunos factores que influyen en la calidad seminal más allá de la concentración de espermatozoides (si hay o no), su movilidad y su aspecto morfológico. Esta prueba no tiene en cuenta ni la dotación cromosómica haploide ni la calidad o cantidad de material genético que presentan los espermatozoides. Aunque en la mayoría de los casos se contemplan como variantes de la normalidad, algunas de las alteraciones cromosómicas –polimorfismos e inversiones– son causa de una peor calidad seminal y una menor tasa de embarazo. Su determinación en un paciente es sencilla: basta con realizar un cariotipo –una fotografía de todos los cromosomas de una célula– mediante un análisis de sangre, una prueba ordinaria que ya se realiza a todas las parejas al inicio de los tratamientos de reproducción y que permitirá anticipar las dificultades para lograr un embarazo.

 

Otra prueba, cuyos resultados mejorarían el diagnóstico de la infertilidad masculina, es el estudio del contenido de ADN espermático –ploidía espermática– mediante citometría de flujo, una técnica que consiste en proyectar una luz láser sobre las células y que permite el análisis de diferentes características celulares, como por ejemplo la morfología, según el marcador utilizado. Durante la generación de los espermatozoides en los testículos, se reduce su contenido genético para que, una vez se fecunde el óvulo, el embrión resultante no tenga información genética de más, y es en este punto donde a veces se da el fallo.

 

Por lo general, cuando se va a realizar una fecundación in vitro, los espermatozoides se obtienen por medio del eyaculado, también en el caso de hombres con un bajo recuento y en los que estos tengan roturas o lesiones en el material genético, algo que también se conoce como fragmentación del ADN con la cual hay una mejor calidad y por tanto en mayores probabilidades de embarazo, menores abortos y una mayor tasa de recién nacido vivo, unas mejoras que justificarían realizar la biopsia en estos casos. “Es una técnica más invasiva, pero que habría que considerar en casos específicos. La biopsia testicular permite obtener los espermatozoides en una etapa anterior en la que el daño aún no se ha producido. Se realiza mediante cirugía ambulatoria con anestesia local y cuenta con una recuperación de solo un par de horas”, aclaran especialistas.

 




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