Desde que mis hijos eran bebés, les he enseñado a frenar las caídas con las manos. Siempre hay que poner las manos por delante para frenar una caída y así evitar romperse los dientes o fracturarse un hueso. Por eso, es importante bajar las escaleras con las manos fuera de los bolsillos, mirar al suelo y estar pendiente de los desniveles del camino y, sobre todo, ser prudente.
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