Teniendo en cuenta la gravedad del problema de la obesidad infantil en las sociedades desarrolladas, el tema del azúcar en nuestra dieta debería ser una de nuestras prioridades a la hora de organizar la alimentación de nuestra familia.
No, es evidente que la industria alimenticia no nos lo pone fácil a los padres y madres pero podemos seguir una serie de recomendaciones para que reducir drásticamente el azúcar de la dieta de nuestros hijos y de la nuestra, no nos amargue la hora de comer.
El azúcar y el dulce resultan adictivos. Por eso no resulta aconsejable recurrir a los edulcorantes, que no sirven para luchar contra el sobrepeso y algunos pueden perjudicar a la microbiota intestinal.
Analiza la lista de ingredientes y la composición nutricional de cada uno de los alimentos elaborados que ofrezcas a los niños.
Cuando en la composición nutricional te encuentres con la expresión "hidratos de carbono, de los cuáles azúcares…", estos no deben superar los 5 g por ración de 100 g.
Si la etiqueta solo hace referencia a los hidratos de carbono y no especifica los azúcares, mira la lista de ingredientes y evita los productos que presenten alguna forma de azúcar en los primeros lugares: azúcar, azúcar de caña, azúcar invertido, melaza, sucrosa, fructosa, dextrosa, maltosa, levulosa, jarabe de maíz o de glucosa, etc.
No te olvides de mirar las etiquetas de productos que no consideramos dulces, como el ketchup o las salsas comerciales para ensaladas.
Al final del día un niño no debiera consumir más de 15 g de azúcar añadido.
TEXTO: MIGUEL SORIA
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