Hace tiempo se realizó una encuesta en donde la mayoría de las mujeres (70%) se han sentido limitadas por estereotipos, incluso desde pequeñas, pero conforme fueron creciendo esto siguió ocurriendo y cuando se convierten en madres, no se detuvo, el hecho de recibir una etiqueta continuó o incluso se acrecentó.
Y es que nadie nos enseña a ser madres y en el proceso nunca faltan las críticas y opiniones de si lo estás haciendo bien o mal. Así que si eres demasiado permisiva en la educación, eres una madre blandita o hiper madre, pero si eres exigente, ahora eres una mamá tigre, y las etiquetas siguen, puedes ser la madre vegana, la “pro lactancia”, la sobreprotectora, la “anti-azúcar”, las helicóptero y no pueden faltar las “mamás cuervo o mamás gallinas”.
El problema de esto, no es sólo cargar con esa etiqueta, sino ser cuestionadas por todo y por todos y que además y que esto ocurra entre las mismas amigas, las madres del colegio o incluso dentro de la familia. El ser etiquetadas, a diferencia de los niños, puede ser que no nos creen traumas a futuro, pero eso no es del todo cierto ya que muchas mujeres experimentan depresión, ansiedad y estrés.
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