Cuando un pequeño nace, trae consigo un cerebro totalmente nuevo, preparado para aprender funciones vitales o actividades fisiológicas. Mientras va pasando el tiempo, el cerebro se estimula mediante los sentidos. Lo que ven, prueban, huelen, sienten y escuchan lo van registrando y van creando conexiones en sus neuronas, las cuales son básicamente como está unido nuestro cerebro. Cuando esto no pasa, es decir, cuando una parte del cerebro no está creando las conexiones necesarias para adquirir conocimiento ocurre la inmadurez neurológica que se refleja en la la conducta y problemas de aprendizaje.
En la maduración del cerebro influyen cuestiones de todo tipo, como las emocionales o de alimentación. Se puede tener partes del cerebro muy desarrolladas y otras no ya que los impulsos cerebrales pueden ocasionar, por ejemplo, que el niño duerma pero no descanse, haciendo que se levante enojado o que no preste atención.
Algunos padecimientos relacionados con esta inmadurez neuronal son el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, algunos casos de retraso mental o problemas de coordinación motora y en el caso de los bebés prematuros también pueden tener problemas para aprender o para manejar sus sentimientos. Así que si tu niño tiene estos comportamientos te recomendamos prestar atención:
Es muy impulsivo
Tiene problemas de conducta
No pone atención
Tiene conflictos para socializar, incluso con la misma familia
Tiene problemas con su motricidad fina
No asimila el aprendizaje informal (lo que se enseña en casa)
Tiene bajo rendimiento escolar, sobre todo con matemáticas
Es muy dependiente de uno o dos amigos y batalla para hacer más amistades
Tiene problemas de lenguaje
Se despierta mucho por las noches
Es “torpe” o tira cosas con frecuencia
Batalla con el control de esfínteres
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