jueves, 16 de febrero de 2017

Los niños no saben mentir ¡lo aprenden!

La mentira no nace con el ser humano, el niño la va aprendiendo y adquiriendo a través de su entorno, familiar, escolar y social, y es una forma de defensa ante un hecho y siempre esconde un fin, aunque a veces sea inocente, incluso e bondadoso.

Según investigaciones, los pequeños mienten para evitar un castigo, defender su inocencia cuando cometen un error o por vergüenza. No suelen provocar daño en otros a propósito. Y reciben la mentira como una traición, sobre todo por parte de sus progenitores.

 

La psicóloga Victoria Talwar, de la Universidad McGill analizó el desarrollo de la moralidad en los pequeños y descubrió que la mayoría de los padres les dice a sus hijos que la mentira es mala, pero al mismo tiempo los niños aseguran que sus padres dicen mentiras piadosas para hacer su vida más fácil, lo cual es confuso para ellos.

 

Según los expertos, los niños comienzan a mentir entre los 3 y 4 años, cuando los padres ya no tiene un control absoluto de ellos y los pequeños son un poco más independientes. El doctor Wenceslao Piñate, catedrático de Psicología de la Universidad de La Laguna, de Tenerife, la mentira siempre es un recurso funcional regulador, “es un aprendizaje para conseguir un bien para sí mismo, evitar herir o ir a hacer daño deliberadamente”. Esta función sería normal, sin embargo “el problema comienza cuando esta actitud se convierte en rutina, convirtiéndonos en personas muy mentirosas y que emplean la mentira, incluso la calumnia como venganza o, simplemente, para dañar a otros.

 






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