Las mucosidades o llamados mocos son una de las primeras señales de la presencia de gripa o alguna infección respiratoria, en niños y adultos. Son uno de los mecanismos de defensa que tiene el organismo que ayudan a proteger a los niños de los agentes externos que pueden causarle una infección. Cuando las mucosas detectan un virus o una bacteria, se irritan y empiezan a segregar mocos, los cuales se encargan de capturar los gérmenes y expulsarlos de nuevo al exterior. Así que, los mocos logran que los gérmenes no entren en el cuerpo y sigan creciendo y reproduciéndose.
En el caso de los niños, este mecanismo se activa con más frecuencia ya que su sistema inmunitario aún es inmaduro y necesita crear sus propios anticuerpos para evitar la entrada de patógenos al organismo, por eso a medida que crecemos, el sistema inmunitario se fortalece y se producen menos mocos. Así que, los mocos no solo son efectivos para evitar las infecciones sino también para combatirlas.
Pero hay casos en los que la mucosidad excesiva se debe a un mal funcionamiento del sistema inmunitario, como sucede en las alergias, aunque también son como un sistema de defensa.
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