Los expertos comentan que los padres que se centran en elogiar sólo los resultados pueden mermar la autoestima del niño o el adolescente. Sin querer, se puede deformar su sentido de identidad.
Así que primero, debemos analizar qué es lo que estamos elogiando. Es bueno que nuestros hijos reconozcan sus talentos, virtudes y fortalezas, pero si sólo reconocemos esto, ellos harán sólo en lo que sobresalen y dejan de intentar otras cosas.
Pero cuando celebramos el esfuerzo en vez de los resultados, los motivamos a arriesgarse a cumplir distintas metas y sueños. Debemos reconocer los hábitos de estudio en vez de las calificaciones, las horas de entrenamiento en vez de los goles. El esfuerzo el que los llevará a ser personas exitosas.
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