El estrés sufrido por la madre parece que fragiliza a los fetos en un momento de su desarrollo caracterizado por una gran plasticidad, según un estudio realizado en niños nacidos entre 1914 y 1916, durante la primera guerra mundial, donde se descubrió que el estrés sufrido por la madre parece que fragiliza a los fetos en un momento de su desarrollo caracterizado por una gran plasticidad.
En el estudio se analizó el historial de 2.651 niños que nacieron durante la primera guerra mundial y que perdieron a su padre en combate y se descubrió que si la pérdida se produce en el último trimestre de embarazo, se vive 4 años menos.
Evidencias científicas demostraron que el estrés sufrido en la infancia puede tener repercusiones a lo largo de toda la vida y cuando una mujer embarazada está expuesta al hambre por circunstancias extremas, aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, metabólicas y mentales del hijo. Pero los bebés que sufrieron estrés desde el útero y cuyos padres habían fallecido antes de su nacimiento vivieron 2,4 años menos que los niños que no habían perdido a sus padres en la guerra, y que la muerte se adelantaba hasta 4 años si la muerte del padre había ocurrido en el último trimestre de embarazo.
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