Es una de las actividades físicas que muchas personas realizan alrededor del mundo y ahora se sabe que no sólo trae grandes beneficios para los adultos, también para los niños con capacidades diferentes como déficit de atención e hiperactividad, discalculias, dislexia, disgrafía, daños cerebrales, TEA, síndrome de Down o microcefalia. En estos casos, el yoga les ayuda en el aspecto físico, mejorar el equilibrio y la coordinación, desarrollar la percepción y dominio de la respiración y tomar conciencia del cuerpo en el espacio.
La práctica continuada del yoga aporta un equilibrio general del sistema nervioso central y, además, en cada caso específico, se adapta la actividad para trabajar las afecciones concretas asociadas a cada persona.
Según los especialistas en niños con síndrome de Down se detecta una mejora en la respiración, un aumento del tono muscular y un mayor equilibrio. En personas con espectro autista, se observa una mayor capacidad de atención, disminución de las estereotipias, aumento del tiempo de permanencia y mayor contacto con el cuerpo. En niños con daño cerebral, se produce una mejora en el alineamiento sutil del cuerpo, disminución de problemas respiratorios y digestivos y fortalecimiento del sistema nervioso central y en todos los casos se produce un aumento de la relajación del organismo induciendo al pequeño a un estado de calma y bienestar que le ayuda a gestionar mejor las situaciones diarias y a aumentar la autoestima.
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