Amamantar a tu bebé es algo realmente increíble pero junto con esa conexión las mamás nos enfrentamos a varios cambios en el cuerpo que muchas veces nadie nos dice. Aquí te decimos algunos:
Si el bebé no se agarra bien del pezón, se forman grietas que son muy dolorosas, pero eso se soluciona con una buena técnica. ¡La lactancia no debe doler!
Te da un hambre incontrolable, tu cuerpo pide recuperar las calorías perdidas
Con la lactancia llegan los entuertos que se producen por la liberación de oxitocina cuando el bebé succiona, produciendo contracciones que ayudan a que el útero regrese a su tamaño, además de prevenir las hemorragias posparto.
Pierdes peso, pero si no cuidas eso puedes tener anemia. Lo recomendable es consultarlo con el médico para que tomes suplementos, en caso de ser necesario.
Se cae el pelo y las encías se vuelven más sensibles, lo cual también debes consultar con un especialista.
Pierdes peso sin control, por más que comas, cada vez te ves más delgada, pero no por ello tu leche deja de ser nutritiva para tu peque.
Como cada bebé, la etapa de la lactancia materna también es única aunque existen coincidencias. Pero nunca es lo mismo lactar a tu primer hijo que al segundo. ¡Todos son diferentes!
Aunque no tenga dientes, muchos peques llegan a morder.
Es una actividad agotadora que quema energías y es fácil quedarte dormida junto con tu bebé.
Dejas de tener tu tiempo y estás a merced de los requerimientos de ti peque.
Es gratis y te ahorra mucho en leche.
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