Una de las cosas que más me aterraba cuando tenía que ir a un centro comercial con mi hija, cuando ella tenía uno o dos añitos de edad, era de que me la robasen o secuestrasen. Lugar cerrado, mucha gente, mucha confusión… Además, mi niña era muy simpática, se iba con todos… Así que no le quitaba ojo ni un minuto. Si no podía llevarla de la mano o en brazos, siempre la dejaba en su sillita con el cinturón de seguridad, pero siempre a mi lado.
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