Durante los tres primeros meses de vida, el desarrollo afectivo del bebé está en plena evolución, aunque sus demostraciones de afecto no sean evidentes. Necesita protección y cuidados y lo único que los padres pueden esperar del bebé es la expresión de su propio placer: el sosiego, la calma, y consecuentemente el sueño relajado, y su apetito por la lactancia materna.
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